domingo, 16 de noviembre de 2008

El apalancamiento y sus riesgos

En una columna anterior mencioné una de las características, entre otras , que debíamos analizar a la hora de invertir en acciones en momentos de crisis: el nivel de endeudamiento o apalancamiento empresario.

Quería hoy detenerme y focalizarnos en la importancia del crédito financiero en la economía actual, su impacto en el desarrollo y crecimiento económico a través de su influencia "macro-financiera" y observar las consecuencias de minimizar, mal administrar o, directamente, ignorar los riesgos.

Desde el punto de vista del financiamiento, sea soberano, corporativo o personal, bien sabemos que contraer deuda amplifica el rendimiento del capital propio. Claramente, bajo ciertas condiciones y límites, el "apalancamiento" o "leverage" genera un incremento en los ratios de rendimiento sobre la inversión.

En líneas generales una de las condiciones para que el apalancamiento genere los efectos deseados es que la rentabilidad operativa del negocio sea mayor al costo del endeudamiento. Si esto es así, podemos hacer crecer nuestro negocio financiándonos con deuda, pagar luego los intereses y apropiarnos de la diferencia entre éstos y la rentabilidad de la operación (para ser precisos debiéramos mencionar también el ahorro fiscal - escudo fiscal - que se genera).

Podemos pensar entonces que cuando el mercado de crédito se relaja y flexibiliza, con tasas de interés bajas, alta liquidez, excesiva confianza, exigencias mínimas para obtener una buena calificación crediticia, etc., se generan las condiciones para que muchos de los agentes económicos encuentren viable endeudarse, llegando muchas veces a generarse abusos de ese recurso.

Una situación así potencia el crecimiento económico. Los gobiernos se endeudan más para financiar proyectos de infraestructura (o gasto corriente en algunos casos bien conocidos) y las corporaciones aumentan sus utilidades, en parte, por el apalancamiento (lo que hace subir la cotización de sus acciones). Por su parte las familias destinan el crédito a la ampliación del consumo. En resumen, todos los agentes económicos entran en círculo virtuoso (por ahora) que se sostiene, entre otras cosas, por las condiciones favorables en el mercado crediticio.

En escenarios de bonanza descriptos en los párrafos anteriores, pocas veces recordamos que el uso del crédito tiene implícitos ciertos riesgos. Vemos el crecimiento, subestimando el impacto y las consecuencias de posibles cambios en las condiciones crediticias.

Una definición de riesgo, desde el punto de vista financiero, dice que es la valoración de una situación negativa probable y futura. En el caso del riesgo crediticio, para el tomador, el riesgo viene asociado a la sensibilidad que posea su estructura financiera a cambios negativos en las condiciones de otorgamiento de crédito.


Nos encontramos así que una variación negativa en las condiciones crediticias, tiene un efecto inverso a lo descripto anteriormente. Con altas tasas de interés, iliquidez, falta de confianza en la contraparte, etc. se genera un "desapalancamiento" o "unleverage" que tiene un efecto devastador en cualquier estructura de financiamiento que no ponderó profesionalmente los riesgos de los nuevos escenarios.

El impacto macroeconómico y sobre los mercados de capitales del desendeudamiento "forzoso", no voluntario, producto de la falta crédito, de la iliquidez, la falta de confianza, etc., es una consecuencia de no haber administrado correctamente el riesgo implícito en el leverage.

La tendencia bajista que estamos viendo en el mercado financiero actual, y su impacto sobre la economía real, tiene mucho que ver con la falta de administración del riesgo. El apalancamiento, tan beneficioso en épocas de crecimiento, está, al desarmarse, profundizando la crisis. El mercado crediticio está cerrado, inclusive para los bancos entre sí, lo cual implica que no hay nuevos créditos y además que se dificulta muchísimo la renovación de los existentes. La iliquidez ha llegado a tal punto que los gobiernos han manifestado que están dispuestos a inundar el mercado con dinero para paliar la caída en la actividad (¿¿estarán ponderando el riesgo de la emisión monetaria??).

Por lo tanto, como profesionales de las finanzas o administradores de negocios, debemos trabajar profesionalmente en la administración del riesgo. El riesgo es administrable. Repasando la definición (Riesgo: "es la valoración de una situación negativa probable y futura") vemos que:

1) el riesgo es "valorable", es mensurable, podemos medir el riesgo. Diseñando distintos escenarios futuros, a partir de la información con que contamos hoy, podemos conocer y medir las consecuencias para nuestro negocio en cada uno de esos escenarios.

2) podemos asignar una "probabilidad" de ocurrencia a cada uno de los escenarios futuros del punto anterior, lo que permite tener una aproximación, de cierta forma estadística, del impacto de cada uno.


Por otro lado, cuando nos encontramos en escenarios de incertidumbre es más complejo administrar un negocio. La incertidumbre no es administrable. Frente a ella, no sabemos qué pasará en el futuro y mucho menos se pueden asignar probabilidades de ocurrencia.

Como conclusión, es nuestro trabajo, como profesionales de las finanzas o gestores de negocios, sacar el máximo provecho de todas las herramientas que los potencien y hagan crecer. El crédito es una de esas herramientas. Pero también es nuestra responsabilidad ponderar los beneficios del endeudamiento por el riesgo asociado, de forma de prever el impacto sobre nuestra estructura financiera de cambios en las variables relevantes.